martes, 18 de diciembre de 2007

GRACIAS

A todos los que hicieron posible el delirio de una revista sin presupuesto, a quienes apoyaron una idea para que deje de ser idea, a quienes con generosidad y paciencia dieron consejo, cedieron su tiempo, y sonrieron -que es la donación más poderosa que recibe la Quetrófila-:

A toda la tropa de gente que laburó en este número. A Marian Lutzky, Ximena Venturini, y Pato Lattanzi por ser parte fundamental, por SER La Quetrófila.
Por el aguante, a Mati, Valle, Sil, Carlita, María, Fan, Ozz, Caro, Nacho, Viole, Pau, Laurie.
A Maria Bianco por el diseño.
A Mariana Sabattini por las ilustraciones.
A mis viejos, a Nico.
A Funes, Incardona, Leo Saguerela, Marcelo López y Pablo Ramos: por hacérme fácil el momento, por todo lo que dijeron, por ESTAR.
A todos los que confiaron sus textos, y a los futuros confianzudos.
A Carina Chavar, a Vale Iglesias, a Ricardo Romero, a Juanjo Burzi, a Hernán Vanoli, Sonia Budassi, Maxi Poggio, Marce y Sol de la No Retornable, Milton López, Hernán Bayón, Norma Bisignano: por responderme TODO LO QUE APRENDI para hacer esta revista. Si no se pregunta no se aprende.

A toda mi gente de Bahia y de Buenos Aires que fué anoche, a la que faltó, por hacerme sentir en casa a 700 kilómetros.


Yo no pretendo adueñarme con este agradecimiento, de los méritos. Muy por el contrario, pretendo repartirlos. No hay manera de lograr cosas si no se trabaja en equipo; el staff de La Quetrófila es el que cualquiera soñaría para hacer una revista. La lucidez de Pato, el delirio de La Lutzky, y la sonrisa de Xime. Sin ellas, hoy la idea sería todavía idea.

GRACIAS.
Valeria Tentoni